jueves, 8 de septiembre de 2005

UNA TARDE EN EL CINE

7 agosto 2005
Kalmunai

Los domingos nunca hay nada que hacer en el campo de trabajo. Es fiesta y cada uno pasa el día como le parece. El domingo pasado, por ejemplo, decidimos ir a ver una película al cine del pueblo. Ahora sólo queda uno, pero antes había siete cines sólo en Kalmunai, algunos hasta tenían dos salas. Dicen que por culpa de la guerra han cerrado todos, que la gente está demasiado ocupada con el conflicto como para ir a entretenerse al cine. Se supone que ahora hay un alto al fuego y que el conflicto está parado, pero aún así el gobierno mantiene el ejército bien visible en las calles de la zona tamil de Sri Lanka. Justo al lado del cine había un checkpoint. Se ven sobre todo en las afueras del pueblo, con sus barricadas de sacos verdes, sus alambradas y sus soldados de camuflaje con los fusiles siempre en ristre y los cascos puestos. Dentro del pueblo no hay checkpoints, pero ahí están también los soldados, vigilando las comisarías y las calles, pidiendo los nombres a la gente que pasea y atentos a cualquier movimiento. A veces hasta puedes ver una tanqueta cruzando la calle principal.

Pero volviendo al domingo por la tarde, pasamos al lado del checkpoint con la intranquilidad que da siempre estar demasiado cerca de un arma. Sin embargo, es algo tan habitual aquí, que al llegar al cine ya nos habíamos olvidado de ello. La película ya había empezado, así que el acomodador nos guió con su linterna hasta nuestro asiento. Era una película hecha en la parte tamil de la India (Tamil Nadu, en el sur), una mezcla de comedia estilo Ozores, película de terror japonesa y culebrón venezolano, todo ello aderezado con interludios musicales al más puro estilo Bollywood. Gracias a la inestimable ayuda de Jeyaseleen, un voluntario srilankés, conseguimos más o menos entender la historia, y eso que era realmente complicada. Bueno, tuvimos que esperar hasta el intermedio para que nos pusiera al día, así que hasta entonces no entendimos nada, sólo veíamos gente bailando. Es que aquí hacen intermedios, como en los cines de antes. De hecho hacen dos. Las películas duran tres horas y no hay quien las aguante seguidas. La gente aprovecha el intermedio para ir a comprar comida. Helados, frutos secos y cosas así. Puedes comer lo que quieras en el cine. Y también fumar. Es genial.

Así que estábamos en la segunda parte de la película. Los protagonistas estaban en un palacio encantado por el fantasma de una bailarina asesinada por su amante. Tan pronto se asustaban por el fantasma como se ponían a bailar y cantar con un ballet de más de cincuenta personas salidas de la nada. Entonces oímos unos ruidos secos fuera del cine, como un petardeo. Los ventiladores se pararon de repente y alguna gente se levantó. Al principio no sabíamos que pasaba, pero no tardamos en comprender. Se volvieron a escuchar los petardos. Cuatro, cinco veces. En voz baja, Jeyaseleen nos explicó que estaban disparando en el checkpoint por el que habíamos pasado hacía sólo una hora. La gente se quedó en el cine y terminó de ver la película. Se reían igual de los chistes, pero de ahora el fantasma de la bailarina muerta daba mucho más miedo.

Cuando terminó la película, la gente salió en tromba, con prisa. Algunos querían estar cerca de nosotros. Ser blanco aquí es un seguro de vida. El LTTE sólo dispara contra el ejército y el ejército sabe que si eres blanco no eres del LTTE. De todas maneras, mejor no estar en medio cuando empiecen a dispararse entre ellos. El camino hasta casa fue muy tenso, las calles estaban a oscuras y llenas de gente que se daba prisa para volver a sus casas. Por suerte, Jeyaseleen nos llevó por otra ruta que nos ahorró pasar otra vez por el checkpoint. Estos días, hablando con la gente de por aquí, nos hemos enterado de que no es algo aislado. A pesar del alto al fuego, han seguido habiendo pequeñas escaramuzas, pero todos coinciden en que ahora las cosas se están poniendo tensas. Después del asesinato de Kadirgamar, el ministro de exteriores, y con las elecciones presidenciales adelantadas para el noviembre, el ambiente está muy enrarecido. Hoy, mientras grabábamos una de las reuniones que hacen en la casa, Jeyaseleen decía que es posible que la guerra vuelva a empezar. Nunca hasta ahora había dicho algo así.

albert.

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