lunes, 11 de noviembre de 2013

Buscando a Haneke desesperadamente

Crítica sobre la película ‘Michael H. Profesión: Director’ (‘Michael Haneke – Porträt eines Film-Handwerkers’, Yves Montmayeur, 2013) aparecida originalmente en el blog de Contrapicado


Un chico sostiene un cilindro metálico (se trata, en realidad, de una pistola de pistón, utilizada para dejar inconsciente al ganado que será sacrificado en un matadero) frente a una chica que le reta a disparar. Él recoge el guante y lo hace. La chica cae al suelo. Escuchamos sus gritos en fuera de campo, mientras el chico la arrastra hasta terminar con su sufrimiento con un segundo disparo. Se trata de una de las escenas más crudas de El vídeo de Benny (Benny's Video, Michael Haneke, 1992), una más de las muchas escenas crudas que Michael Haneke ha arrojado contra su público. Y se trata también de la apertura de Michael H. Profesión: director, un documental realizado por Yves Montmayeur, realizador habitual de los making of y de los extras de los DVDs del realizador austríaco, recientemente galardonado con el Príncipe de Asturias.



A continuación de esta secuencia, vemos un plano muy corto de los intensos ojos que presiden el rostro de mago artúrico de Haneke. Hay un sabor de venganza en el hecho de enfrentar a este director con las imágenes producidas por él mismo, unas imágenes que han llevado a algunos a definir sus películas como "sádicas" o incluso a calificarlas de tortura {{1}}. Más adelante, el propio Haneke confesará que, en el cine, "el espectador es la víctima del director". Y, como si sintiera la presión de esa acusación y la necesidad de justificarse, acto seguido asegura que en cada una de sus películas siempre ha tratado de crear imágenes verdaderas.


Será uno de los pocos momentos en que lo veremos hablar directamente sobre su obra. En su intento de comprender mejor a Haneke, Montmayeur topa con la negativa de este a dar claves sobre su obra. "No me obligues a autointerpretarme", dice el director, consciente de que cualquier explicación que venga del autor reduciría el impacto de una obra que de forma muy consciente se plantea como pregunta y nunca como respuesta.

Ante esta oposición, Montmayeur se refugia en el material que más a mano tiene: el rodaje. Y ahí es de donde extrae los momentos más sorprendentes de su película. Momentos en los que vemos a un Haneke juguetón, cariñoso y cercano a sus actores, que contagia su entusiasmo al resto del equipo en el rodaje de la primera escena de Código desconocido (Code Inconnu, 2000) o muestra a los actores cómo deben interpretar, tirándose por el suelo si hace falta. La escena en la que vemos a Haneke sustituir a Jean-Louis Trintignant en la secuencia del sueño de Amor (Amour, 2012) es especialmente efectiva.

Esta dedicación a los actores viene reafirmada por las entrevistas de varios de los intérpretes que han actuado para él. Isabelle Huppert se deshace en elogios, como también lo hacen Juliette Binoche, Susanne Lothar o Jean-Louis Trintignant. Aunque este último también suelta algún palo cuando afirma que él y el resto de actores y técnicos tenían miedo del director cuando rodaron Amor. No se nos escamotea la visión del Haneke que imaginábamos: controlador y obsesivo hasta el extremo y que llega a perder los nervios con algún actor en su búsqueda incesante de la perfección. Pero, a pesar de todo, esta no es la imagen que domina.

Estructurado de adelante hacia atrás (empieza por Amor, para ir retrocediendo en el repaso a su obra), el documental pasa de puntillas por los primeros trabajos del director, que habrían tenido mucho interés por ser los menos conocidos, y en muy pocos momentos llega a ofrecernos una mirada profunda a su obra o su persona. Las escenas de rodaje o algún momento en que vemos al director localizando son curiosas, pero, excepto en momentos contados, Montmayeur no logra volar más allá del making of y de un tono informativo.

Y sin embargo, el documental es un interesante repaso para poner en perspectiva la obra de uno de los cineastas más relevantes del momento. Las grandes constantes del cine de Haneke (la alienación, el sufrimiento, la espectacularización de la violencia, la desnaturalización del discurso fílmico) se encuentran más en los fragmentos de las películas que vemos que en cualquiera de los demás recursos aportados por Montmayeur. De forma involuntaria, el documental se vuelve así en una invitación a buscar la verdad de la obra de Haneke, no en sus palabras, sus gestos o sus miradas, sino allí donde él quiere que la busquemos: en sus películas.

[[1]]Bret Easton Ellis, por ejemplo, dijo tras el pase de Amor que el filme “es tan sádico como si el propio Adolf Hitler hubiese dirigido En el Estanque Dorado”. Citado en LOUREDA, C., “Paraíso: Amor (Paradise: Liebe), Austria 2012”, Fotogramas: Cine Invisible, 04/02/2012 (leer texto).[[1]]

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